LOS DETALLES
En mis novelas siempre incluyo lo que denomino «detalles»: una marca de cigarrillos, el nombre de un establecimiento, un modelo determinado de silla, etc. Ello no obedece a un afán descriptivo, sino al interés en que el lector, aunque esté leyendo una palabra, «lea» una imagen; ya que las imágenes también son un lenguaje. Asimismo, creo que un «detalle» puede servir para definir a un personaje, o incluso un lugar, de una manera pormenorizada pero gráfica.
Considero que los objetos poseen una elocuencia propia que me permite conectar protagonistas o situaciones, al tiempo que forman parte de la trama de la novela y deben considerarse pedazos de la realidad que encierra la historia. En definitiva, trato de convertir un texto en una imagen.
Un ejemplo de lo anterior es la mención que hago en Algún día de las sillas Thonet. El encuentro que celebran dos de los personajes se produce en un café vienés, y nada mejor para recrear el pasado y el presente de los cafés de Viena que el mobiliario elaborado y diseñado por Michael Thonet en 1910; que aun hoy, puede considerarse un clásico sin tiempo. De la misma manera, la marca de tabaco que fuma otro de los protagonistas — Benson&Hedges— nos indica, a tenor de la época en la que se desarrolla la novela, que se trata de una persona de una posición social elevada. Es cierto que ello queda patente con las descripciones y la narración, pero la referencia a los cigarrillos ayuda a rematar la figura del comandante Jorge Williamson o enfatiza determinados rasgos.
Quizá sea el capítulo quinto de Algún día el más adecuado para mostrar la utilidad de los «detalles»: Mientras que las tropas españolas sucumben a las penurias del frente de batalla, los generales conspiradores demuestran un sibaritismo obsceno durante una comida. Para acentuar ése contraste, detallé los vinos, los alimentos y los habanos: creo que logré el efecto deseado.
Si ustedes leyeron mi novela anterior— La partida—, se habrán percatado de que también aparecía una determinada marca de coñac: Hennessy. No se trata de una casualidad, ni siquiera de un «detalle», es algo más sencillo: es mi preferido.
FOTO: Silla Thonet, modelo 140 (1910)
Considero que los objetos poseen una elocuencia propia que me permite conectar protagonistas o situaciones, al tiempo que forman parte de la trama de la novela y deben considerarse pedazos de la realidad que encierra la historia. En definitiva, trato de convertir un texto en una imagen.
Un ejemplo de lo anterior es la mención que hago en Algún día de las sillas Thonet. El encuentro que celebran dos de los personajes se produce en un café vienés, y nada mejor para recrear el pasado y el presente de los cafés de Viena que el mobiliario elaborado y diseñado por Michael Thonet en 1910; que aun hoy, puede considerarse un clásico sin tiempo. De la misma manera, la marca de tabaco que fuma otro de los protagonistas — Benson&Hedges— nos indica, a tenor de la época en la que se desarrolla la novela, que se trata de una persona de una posición social elevada. Es cierto que ello queda patente con las descripciones y la narración, pero la referencia a los cigarrillos ayuda a rematar la figura del comandante Jorge Williamson o enfatiza determinados rasgos.
Quizá sea el capítulo quinto de Algún día el más adecuado para mostrar la utilidad de los «detalles»: Mientras que las tropas españolas sucumben a las penurias del frente de batalla, los generales conspiradores demuestran un sibaritismo obsceno durante una comida. Para acentuar ése contraste, detallé los vinos, los alimentos y los habanos: creo que logré el efecto deseado.
Si ustedes leyeron mi novela anterior— La partida—, se habrán percatado de que también aparecía una determinada marca de coñac: Hennessy. No se trata de una casualidad, ni siquiera de un «detalle», es algo más sencillo: es mi preferido.
FOTO: Silla Thonet, modelo 140 (1910)