domingo, 16 de diciembre de 2007

LOS DETALLES

En mis novelas siempre incluyo lo que denomino «detalles»: una marca de cigarrillos, el nombre de un establecimiento, un modelo determinado de silla, etc. Ello no obedece a un afán descriptivo, sino al interés en que el lector, aunque esté leyendo una palabra, «lea» una imagen; ya que las imágenes también son un lenguaje. Asimismo, creo que un «detalle» puede servir para definir a un personaje, o incluso un lugar, de una manera pormenorizada pero gráfica.
Considero que los objetos poseen una elocuencia propia que me permite conectar protagonistas o situaciones, al tiempo que forman parte de la trama de la novela y deben considerarse pedazos de la realidad que encierra la historia. En definitiva, trato de convertir un texto en una imagen.
Un ejemplo de lo anterior es la mención que hago en Algún día de las sillas Thonet. El encuentro que celebran dos de los personajes se produce en un café vienés, y nada mejor para recrear el pasado y el presente de los cafés de Viena que el mobiliario elaborado y diseñado por Michael Thonet en 1910; que aun hoy, puede considerarse un clásico sin tiempo. De la misma manera, la marca de tabaco que fuma otro de los protagonistas — Benson&Hedges— nos indica, a tenor de la época en la que se desarrolla la novela, que se trata de una persona de una posición social elevada. Es cierto que ello queda patente con las descripciones y la narración, pero la referencia a los cigarrillos ayuda a rematar la figura del comandante Jorge Williamson o enfatiza determinados rasgos.
Quizá sea el capítulo quinto de Algún día el más adecuado para mostrar la utilidad de los «detalles»: Mientras que las tropas españolas sucumben a las penurias del frente de batalla, los generales conspiradores demuestran un sibaritismo obsceno durante una comida. Para acentuar ése contraste, detallé los vinos, los alimentos y los habanos: creo que logré el efecto deseado.
Si ustedes leyeron mi novela anterior— La partida—, se habrán percatado de que también aparecía una determinada marca de coñac: Hennessy. No se trata de una casualidad, ni siquiera de un «detalle», es algo más sencillo: es mi preferido.


FOTO: Silla Thonet, modelo 140 (1910)

4 comentarios:

Paco Bernal dijo...

Hola! A mí hay dos "detalles" que me han impresionado mucho. Se trata de la halitosis de Alfonso XIII y el nombre de un pintor de batallas , Cusachs. Me ha impresionado muchísimo también lo que podríamos llamar el atrezzo del libro. Los muebles y la ropa, fundamentalmente que ayudan a situar la narración y que la ayudan a desarrollarse con más credibilidad.
Un abrazo de un lector agradecido

Anónimo dijo...

Hola Teo,
Solo quería felicitarte por tu novela. Me ha gustado mucho. Mi abuelo luchó en la guerra y por las historias que contaba tu novela me ha parecido muy real.El personaje de Palabras me ha hecho disfrutar mucho. Pero hay algo que me ha molestado un pco. Cuando hablas de Melilla y su bastarda existencia. Escribo desde Melilla.
Es bueno tener un lugar con el que hablar con el autor.
Un saludo melillense.

Fco.Antolín

Teo García dijo...

PACO:

Me ha gustado la expresión que utilizas: «el atrezzo del libro». Cuando concibo una novela también pienso sobre otras cuestiones inherentes a la trama o los personajes: vestuario, escenarios, costumbres, etc. Creo que son una parte importante del relato. Sí, es cierto: Alfonso XIII padecía de halitosis, y los que rodeaban también «la padecían». Puede resultar un detalle baladí, pero de igual manera que otros personajes sudan, hieden o defecan, creí oportuno señalar ése rasgo en el monarca: no deja de ser un hombre. Josep Cusachs es uno de mis pintores favoritos, nadie mejor que él ha retratado con semejante precisión la anatomía equina y la estética de los ejércitos españoles de finales del siglo XIX.
Saludos.

Teo García dijo...

FCO. ANTOLÍN

Celebro que haya disfrutado de la lectura. Reflexioné mucho sobre la frase a la que usted se refiere; es más, en el repaso de la novela me planteé eliminarla porque creí que podía dar pie a interpretaciones erróneas. Creo que si le explico mis motivos podrá entender mejor el porqué la mantuve. En mi opinión, la españolidad de Ceuta y Melilla está fuera de toda duda. Sin embargo, parece que ambas ciudades son una china en el zapato español. La estéril guerra colonial y el matadero de proletarios en el que se convirtió la contienda provocaron un extraño sentimiento en los españoles, o al menos en una mayoría, respecto a Ceuta y Melilla (otros factores coadyuvaron). Por un lado se las acepta como hijas, pero el reconocimiento es cicatero, cuando no interesado. De ahí que utilizase la palabra «bastarda». El tiempo ha transcurrido, aunque a pesar de ello me temo que el sentimiento persiste entre los españoles. Entiendo que las relaciones con Marruecos nunca fueron ni serán fáciles, y posiblemente ése sea el motivo.
Le ruego que disculpe la tardanza en contestar a su comentario, pero diferentes motivos— mi próxima novela por ejemplo— me distrajeron de mis obligaciones para con el blog.
Reciba un cordial saludo, vienés en este caso.